miércoles, 29 de septiembre de 2010

Sudeste de Chiapas y Península de Yucatán

Hace ya algunas semanas de aquello, pero intentaré hacer una regresión…




A través de colinas de selva densa y húmeda aparecimos en la zona de Palenque. Recogimos a unos muchachos que nos acompañaron a la espectacular cascada de Misol-Ha y nos aconsejaron un camping donde pasamos tres noches, en la zona del Panchán. Música jarocha, buena comida, paseos por la tupida selva y buenos amigos tabasqueños que nos ofrecieron su tiempo, sus consejos e incluso su casa si hubiéramos llegado hasta Tabasco (jamás fuimos, por no toparnos con las inundaciones que han dejado tantísimos desastres y desplazados en este estado y la vecina Veracruz durante las últimas semanas).
Hicimos la obligada visita a las ruinas de Palenque, que fueron las más fascinantes que hemos visto hasta ahora, por sus elevados templos y por el paisaje selvático que las envuelve y en ocasiones las mantiene escondidas.
De E. Chiapas (México)

Vimos serpientes, tarántulas, sapos, felinos, aves y una especie de osito hormiguero, paseando ajenos al mundo que crece a su alrededor.
De ahí partimos hacia la Península de Yucatán.
Unos días en Campeche, ciudad que recuerda con nostalgia los tiempos de piratas saqueadores, y Ferran feliz de estar entre tocayos.
Con ellos (que nada tenían de parecido con el rey…por eso de que es tan campechano ;) ) celebramos la noche del bicentenario. Ha sido increíble la implicación de los mexicanos en esta fiesta; creo que ahora sé más de historia de la revolución y la independencia de México que sobre España).
Hicimos también una hermosa ruta por la zona de Cuzamá, visitando tres cenotes espectaculares.
De Península Yucatán (México)

El camino lo hicimos en un carro tirado por un caballo y con Siria al galope detrás de nosotros. Se cansó, pero disfruto seguro.
Continuamos nuestra formación para arqueólogos visitando Chichén Itzá. Nombrada una de las maravillas del mundo, no nos decepcionó. Charramos con un anciano historiador que nos platicó sobre la ignorancia acerca de esta cultura, sobre las mentiras pactadas entre gobiernos para mantener el misterio y autenticidad de los mayas, y nos mostró figuras y señales de las culturas china, egipcia y otras, que tal vez estuvieron antes que los españoles, y dejaron su legado en estas tierras. Puede sonar a paranoia conspiratoria, pero nos dejó con la duda…
Y tocamos la tierra paradisíaca del mar caribe. Un par de noches en Tulum, con arena blanca, mar jade templado, hamacas al borde del agua y soledad para disfrutar de este paraíso. Sólo un problema que oscureció mi paz y mi trasero: miles de mosquitos!!! Al atardecer tenía que ocultarme, cual presa indefensa, pobre de mí!
De Península Yucatán (México)

De Península Yucatán (México)

Caminamos por la reserva de SianKan, pero los animales que allí vivían no se dejaban ver, y el paseo duró poco por fatigoso y algo aburrido. Cambiamos la ruta por visitar una reserva ecológica en Akumal, y pudimos hacer snorkel y nadar entre peces, rayas y tortugas gigantes: fue maravilloso!!!
Otra pareja de viajeros nos acompañó hasta Chetumal, y quedamos en vernos tal vez en Belice pero…no podrá ser. Tras una odisea cruzamos la frontera con pena y entramos en suelo beliceño, pero la policía aduanera tenía ganas de un sueldo extra y nos pidieron 100 dólares por “arreglar” los papales de Siria (que siempre estuvieron en orden). Regateamos y llegamos a 80, pero la situación nos dejó tan mal sabor de boca, por lo injusto y corrupto del hecho, que decidimos regresar con nuestros cuates, y visitar el sureste de Chiapas para entrar a Guatemala por la frontera de Comitan, y en esas andamos ahorita.
Eva

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Llegamos a Chiapas

Cuando empezábamos este viaje y mi madre nos vio con esta camioneta y la barba dijo: “ahora parecéis los talibanes, pero dentro de un tiempo pareceréis los Picapiedra…”, mamá, no sé como lo haces para tener siempre razón!!

Salimos de Hierve el Agua, cogimos la carretera libre (no pago) que va de Oaxaca a Tehuantepec para ya ir dirigiéndonos a Chiapas, pero tras varias horas de camino de curvas, esquivando desprendimientos y lloviendo a cántaros, justo cuando ya sólo nos quedaba una horita para llegar y la tarde se iba cerrando… pam!! La camioneta se niega a seguir cual burro tozudo agotado. La parte buena era que se paró al lado de un tenderete que vendían refrescos y cosas así y no tuvimos que estacionar en mitad de la carretera, pero la parte mala era que no había cobertura ni teléfono en 4 km a la redonda.

La cuestión primeriza era si nos poníamos manos a la obra en ese momento a punto de caer la noche o si dormíamos allí mismo y al día siguiente con el sol de la mañana solucionar el problema.

Al final nos decidimos por la primera opción, la historia era pedir a alguien que me acercase al siguiente pueblo para poder llamar a la grua mientras Eva y Siria esperaban en la camioneta junto al “bar”.
Y así fue, cuando llegué Eva estaba muy preocupada porque tardé más de una hora en volver, pero como ya sabéis… las cosas de palacio van despacio.

Allí estábamos, en la oscuridad esperando a que llegase nuestra salvadora en cualquier momento, bajo la lluvia. Y pasó una hora, y dos, y tres, y cinco, y nos echamos a dormir pensando que se habían olvidado de nosotros, o que la carretera que había quedado inaccesible o a saber qué. Pero sobre las 4 de la madrugada escuché un claxon que me despertó sobresaltadamente, eran ellos, los de la grua, al fin.
Bueno, y para no hacer la historia más larga os diré que hasta las 7 ó las 8 de la mañana no llegamos a la puerta de un mecánico a causa de las fuertes lluvias e inundaciones, empapados como si nos hubiéramos metido debajo de una ducha a causa de las diversas paradas para ver si era buen sitio para dejar el carro. Un dato curioso de todo esto es que vinieron dos “cuates” a recogernos con la grua, Eva y yo fuimos con uno de los dos dentro de la cabina, con la calefacción a tope y un olor, un olor…! Y el otro iba en el hueco que hay entre la cabina de la grua y la camioneta, al aire libre, con lo que llovía, y para recolmo, iba durmiendo como un angelito.

Al final todo fue bien, la furgo reparada rapidamente a la mañana siguiente y barato, pasamos noche allí en Tehuantepec y salimos hacia Chiapas, una tierra selvática en su mayor parte, tremendamente húmeda, la mayor parte de su población indígena y tremendamente entregada a la lucha zapatista,
De E. Chiapas (México)

atravesando el Itsmo de Tehuantepec llegamos a Arriaga, un pequeño pueblo perdido dónde sólo nos dio tiempo a comernos un delicioso pollo en el minigarito de una señora indígena con la que estuvimos platicando varias horas, tras esto, escondimos la camioneta en cualquier rincón y nos pusimos a dormir.



Madrugamos muchísimo y nos fuimos hacia Chiapa de Corzo,
De E. Chiapas (México)

una preciosa y tranquila ciudad colonial a la vera del Cañón del Sumidero, para mí, impresionante, de los mejores lugares que he conocido en toda mi vida. Un paseo de tres horas en lancha por el río del cañón, con abismos de casi mil metros, cocodrilos, todo tipo de aves y con una profundidad de agua de 256 metros en su parte más profunda. Aunque también en esas tres horas pudimos ver lo más espantoso que hemos visto jamás; en un punto del río, a causa de las lluvias estaba acumulada toda la basura de los alrededores, el trayecto se convirtió por unos minutos en un río de pura basura, ramas, lodo y animales muertos, en el video y las fotos podéis verlo… lo que nosotros hemos bautizado como “El río del futuro”.
De E. Chiapas (México)


Siguiente parada San Cristóbal de las Casas, perfecta ciudad para descansar, relajarse, comer bien, ver cultura que desborda entre sus calles. Una ciudad bohemia y tranquila en la que puedas encontrar gente de cualquier punto del planeta, ver conciertos de música gratis, ir al teatro, etc, etc, etc.
De E. Chiapas (México)

En San Cristóbal pude por fin aprender lo que significa ser bohemio: ser una especie hippie pero teniendo mucho dinero, frecuentar lugares selectos y culturetas que los demás no se pueden permitir. Es casi imprescindible llevar a cuestas, aunque vayas al supermercado, algún tipo de instrumento musical o también puede valer un libro suficientemente gordo.

Siria lo pasó especialmente bien porque en el hotel donde nos alojábamos hizo una amiga niña de unos 10 años que jugaba a la pelota y al escondite las 24 horas con ella. Y nosotros conocimos un cubano que había conseguido escapar de Cuba que nos contó con pelos y señales cómo ocurren las cosas por allí, la verdad, se nos quitaron las ganas de visitar tal dictadura tan radical y cruel. Aún así el pueblo cubano tiene una relación amor-odio con Fidel por mantener a raya sus relaciones con Norteamérica.

Durante estos días tuvimos ocasión de visitar San Juan Chamula, un pueblito indígena en el que los indios aún llevan sus vestidos tradicionales y siguen conservando algunas de sus costumbres ancestrales.
De E. Chiapas (México)

Y así seguimos dando guerra por estas tierras, echándoos de menos familia y amigos cada día más, aguantando el calor, la humedad, la lluvia y las cabronadas que nos pasan, pero al final todo vale la pena con tal de seguir conociendo este mundo un poquito más.

Para la siguiente entrada os hablaremos de la selva, de su inmensidad, su humedad, sus animales e insectos como animales y de las picaduras por todo el cuerpo.

Nos vemos pronto.

Ferran.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Estado de Oaxaca



A pesar de que viajando vamos abriendo los ojos y el corazón, y de que “no hay camino sino estelas en el mar”, nos dejamos llevar por el ansia y la prisa aprendidas en nuestros años de vida, y se quedaron por el camino mil rincones que visitar, rostros que apreciar, parajes que observar, comidas que degustar y gentes que conocer.
Hacia el sur, rumbo hacia el sur y con destino en la ciudad de Oaxaca. Aún así valió la pena. Rodeada por cadenas montañosas, parece haberse protegido de la modernidad y el urbanismo agresivo, y conserva un centro colonial tranquilo y tradiciones indígenas fascinantes.
De Estado de Oaxaca

Pudimos andar por sus calles, comer sus chocolates y disfrutar de unos tequilas y rompopes a la salud de un señor que nos contó historias de chamanes, de políticos y de otros seres paranormales. También hicimos nuestra primera compra del viaje, y de las que seguro será de las más aprovechadas: una maravillosa hamaca que conseguimos en la cooperativa “Mujeres Artesanas de las Regiones de Oaxaca”, que reúne el trabajo de mujeres indígenas de 15 lenguas nativas distintas que producen y comercializan sus trabajos.

También anduvimos por el Museo de las Culturas de Santo Domingo, dicen que uno de los mejores de México, haciendo un recorrido desde la época prehispánica hasta la actualidad. Conocimos aspectos de la artesanía, la medicina, la música, etc, de las culturas mesoamericanas, virreinales y amerindias contemporáneas.
De Estado de Oaxaca

Es mucha la pobreza, pero pesa más el conocimiento, la riqueza cultural y la fuerza reivindicativa de este estado. Pudimos observar la lucha de las mujeres indígenas triquis que demandan la propiedad de tierras y el fin de la impunidad del gobierno ante los saqueos que sufren; andamos entre la basura que ya no aceptan los pueblos que acogen el vertedero, pues el gobierno no cumple sus pactos de sostenibilidad y tratamiento de los residuos; y supimos de las continuas protestas del profesorado para exigir mejoras laborales. Ejemplos estos, sin duda, de un pueblo que exige, que lucha, que está vivo y se implica en las mejoras de sus comunidades…aquí sin duda hay muuucho que aprender y exportar.

Cerca de Oaxaca se encuentra el árbol de Tule, un ahuehuete de más de 1500 años que tal vez sea el más grande del mundo. Fue fascinante imaginarlo a través del paso del tiempo, observando a los hombres progresar, degenerar, guerrear o simplemente pasear, mientras él sigue inmóvil e inmutable.

Y saltándonos la recomendación de visitar la Sierra Norte, con sus pueblos mancomunados y sus proyectos de ecoturismo y de cooperativas agrícolas, terminamos en un lugar no menos especial: Hierve el agua.
De Estado de Oaxaca

Tras una hora de carretera sin asfaltar y serpenteando por las montañas, llegamos a este pueblo zapoteca con unas vistas increíbles y un atractivo especial: unas filtraciones de agua sulfurosa que habían formado unas piscinas naturales en la montaña y unas cascadas de agua petrificada. Reconozco que no nos bañamos por frioleros, y queda en tarea pendiente regresar.
De Estado de Oaxaca


Ahora nuestras huellas siguen por las sendas de Chiapas, pero eso será en otra entrada…

-eva-

De Estado de Oaxaca