domingo, 19 de diciembre de 2010

Entrada en Honduras

Domingo a medio día en la frontera de El Poy: tramitar la salida del vehículo de El Salvador, sellar nuestros pasaportes, vuelta a sellar la entrada a Honduras, pasar la revisión de cuarentena para Siria, cambiar dinero de dólares a lempiras, pagar tasas por nuestra entrada, pagar la validación del vehículo…que al pasar de nuevo la cuarentena para Siria te denieguen el permiso NO TIENE PRECIO.
Los trámites nos llevaron casi tres horas, y cuando sólo faltaba ese sellito el señor aduanero decidió que la perra era un peligro para el país por faltarle unas vacunas. Le expliqué, le supliqué, le lloré, pero nada daba resultado con ese hombre de media sonrisa y entera prepotencia. Cuando llegaron los chicos la cosa empeoró, pues uno intentó el soborno, otro la amenaza, otro la burla, y el señor se iba indignando más a cada momento.
La situación rozó el absurdo cuando la policía nos confirmó que ya no podíamos regresar a El Salvador por haber sellado la salida, y que tampoco podíamos entrar a Honduras sin el permiso para Siria: ¡Atrapados en tierra de nadie!! El momento bien servía de argumento para una peli.
Y cuando nada podía ir peor el hombre de cuarentena me amenazó con que podía sacrificar a la perra si lo consideraba oportuno…y se me apagaron las luces de la cordura…y se me encendieron las llamas del odio….y entré en cólera como jamás me vi a mí misma. Tuvieron que sujetarme o le hubiera mordido en la cabeza con riesgo de contagiarle la maldita parvovirosis.
La escena era tan grotesca que, como dice la canción, sólo cabía ir mejorando y así pasó. Joan se inventó al vuelo que una de las vacunas que tenía Siria era triple, y al buscar en Google (tecnología punta de las aduanas) apareció algo que podía dar el pego, así que el señor maligno, creo yo que por no aguantar más mis insultos, decidió darnos el visto bueno y nos dejó pasar. ¡Bienvenidos a Honduras!
De Honduras 1

Hicimos noche en Santa Rosa de Copan. El pueblo era hermoso y conocimos gente allí que nos motivó para quedarnos un par de días más: un muchacho artesano y malabarista, un señor pintor con micrófono en mano que reivindicaba en la plaza del pueblo, la mamá de unos niños que nos invitaba con insistencia a quedarnos en su casa…
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De allí marchamos a ver las ruinas de Copán. Espectaculares. El pueblo también es muy acogedor, y tiene las comodidades que surgen por el turismo, pero nosotros preferimos la opción de aparcar las camionetas en un terreno al ladito de las ruinas.
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Con ganas de playa llegamos a la costa caribeña, y las primeras paradas fueron en Tela y La Ceiba. La costa es feita y las ciudades están demasiado pobladas, pero tienen su encanto. En la Ceiba nos rompieron un cristal del coche, pero el muchacho no fue muy espabilado y sólo se llevó mi bolsa de aseo…en fin, que disfrute mi pasta de dientes y mis gafas de 4 dioptrías.
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Luego nos dirigimos hacia la comunidad garífuna de Miami (mestizos de africanos de cuando la conquista y la esclavitud, con indios de las zonas de la costa caribeña en Centroamérica), y cumplimos la misión: nos comimos un pescadito con arroz, leche de coco y tajaditas…grandes recuerdos, sobre todo de sus gentes acogedoras, dulces y de gran carácter (las mujeres garifunas son pura fuerza).
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Hicimos algunas excursiones más a zonas de montaña, con cascadas, ríos, rutas, hogueritas y animación infantil de los niños de las zonas rurales, y continuamos ruta hacia el progreso.
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En la carretera que va desde el Progreso a Tegus la camioneta se paró, de nuevo.
No hubo desesperación, y nos ocupamos rápido en poner soluciones: probamos la batería, pusimos gasolina, miramos el aceite, checamos el agua…pero las opciones se iban agotando y nada daba resultado. Unos metros adelante había un hotel, y movimos la camioneta hasta allí. Comprendimos que no estaba en nuestras manos resolver la avería y pedimos permiso en el hotel para pasar la noche parqueados allí. Un muchacho nos ofreció el teléfono de su tío, que era mecánico, y quedamos en llamarle a la mañana siguinte. El señor Hugo llegó, nos ayudó a remolcar la camioneta hasta su taller y se puso manos a la obra, pero la avería no era cosa sencilla, y nos propuso pasar la noche en su garage dentro de las camionetas. La camioneta no se arregló en un día, ni en dos, ni en tres…y allí estuvimos 8 días, compartiendo con su familia y realmente conmovidos con su hospitalidad. No nos conocían de nada, y nos dejaron entrar en su casa, nos ofrecieron su comida, su tiempo y su alegría. Jugamos con sus hijos, charramos con ellos y pasamos unos días tranquilos y en familia. Fue una de las experiencias más increíbles que hemos vivido durante el viaje, y nos llevamos a casa una verdadera amistad, esperando poder devolverles algún día todo lo que hicieron por nosotros.
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Y emprendimos el camino, con ansias de andar kilómetro, eufóricos de sentirnos de nuevo en la ruta y entonces….la camioneta volvió a fallar (no sé si añadir exclamaciones o lágrimas tras esta frase…)
Nos jaló un señor hasta Siguatepeque, y allí nos dejó en el taller de un mecánico que, como un dejave, nos acogió en su casa y compartió con nosotros comidas familiares, fiestas de cumpleaños, tardes muertas esperando repuestos y algunas copas de ron. Carlos y Miriam son una pareja joven, y congeniamos genial con ellos y sus dos hijos chiquitos. Lo pasamos bien aquellos días, y la depresión de tener que reparar de nuevo la camioneta se mitigó con su compañía y hospitalidad. Fue un palazo, porque tuvimos que cambiar de nuevo los pistones, pero el dinero se escapa rápido y lo que allí vivimos se viene con nosotros para siempre.
De Honduras 2

También conocimos aquellos días a Melvin, un muchacho que nos acompañó durante los diez días en Siguatepeque. ¿Qué podíamos pedir que Melvin no nos complaciera? Bares, excursiones, karaoke, salir en la tele (ahí tenéis el enlace de cuando salimos, obligados en parte, en la tele local)…pues eso, que nos hizo la estancia muy especial. Aún hoy, cuando nos cruzamos con alguien que nos echa una mano, le llamamos Melvin por la coña.
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Y salimos de Siguatepeque hacia Tegus, y aún con algún susto de la camioneta tiramos p´alante, pues ya vamos conociendo el motor y vamos poniendo parches (Ferran se está convirtiendo en un gran mecánico, para cuando la crisis laboral en España nos aceche ;))

Más y mejor, en el siguiente ratito de Internet!

Besos y abrazos para tod@s!!!

Eva

viernes, 10 de diciembre de 2010